Nuestra Historia

Historia de Comunidad tierra de CAVERI, CLAUDIO

En 1958 cerró su céntrica oficina en la ciudad de Buenos Aires y se radicó en el barrio  Trujui, en el municipio de Moreno, provincia de Buenos Aires. Allí fundó la Cooperativa Tierra sobre el principio de la “comunidad organizada”, basada en el auto sustento y en la participación de los habitantes en la construcción de sus viviendas y de las funciones sociales. Sus miembros debían producir sus alimentos y su vivienda. La experiencia fue un hito en la época: crearon  una iglesia, impulsaron la autoconstrucción y favorecieron el poblamiento de la zona.  Surgió un conjunto de formas y volúmenes libres e inéditos, originados en la creatividad de los diseños y en la diversidad de las tecnologías constructivas. En 1963 se crea la escuela primaria y en 1974  se fundó la Escuela Técnica Integral Trujui para formar maestros mayores de obra. Caveri es nombrado secretario de Obras Públicas de Moreno (1984) y más tarde, de Planeamiento (1986).

Conocemos más de la Comunidad Tierra y de Claudio Caveri:

Una experiencia más que un proyecto que se fue haciendo a lo largo de cuarenta y tres años.

Su forma de ocupación de hecho no se adapta a la cuadrícula urbana, y esto en parte porque nació originalmente como granja, extendida en el campo, y con el tiempo un barrio le creció alrededor.

Ahí nacerá la idea de la Escuela de oficios (ETIT) para la gente del mismo barrio.

Y lo que más llama la atención  es el contenido de sus formas.

Acostumbrados a tanta arquitectura en ángulo recto, las curvas y su natural sensualidad nos hablan de otra verdad, de otro contenido. No se trata de un simple formalismo.

Y algo nos dice de su contenido esa inquietante afirmación de Nietzsche que pone en boca del enano en su Zaratustra: «Todo cuanto se extiende en línea recta miente. Toda verdad es curva, y el tiempo es un círculo.»

La Comunidad parece afirmar una nueva verdad curva…

Sus formas sinuosassus cubiertas de ferrocementocomenzaron
a escribir una nueva poética en nuestra arquitectura Argentina contemporánea. Con tecnologías originalísimas, acordes además a una economía de frontera. 

La Comunidad Tierra estaba basada en la idea de la vida comunal y el trabajo en equipo. La gente realizaba trabajos manuales con la idea de producir más o menos lo que cada familia consumía.

Fueron un grupo de jóvenes matrimonios entusiastas que se adentraron en la aventura que no tenían ninguna pauta constructivo-arquitectónica a seguir, todas las construcciones fueron autoconstruidas por sus habitantes y Caveri comenzó por su cuenta a experimentar con cubiertas de ferrocemento, buscando nuevas maneras de enfrentarse al espacio habitable para hacerlo de fácil construcción, para crear lugares donde los sentidos debían estar siempre alerta ante un espacio arquitectónico que generaba siempre que <lo improbable suceda en el espacio>.

No tenían electricidad y vivían en piezas autoconstruidas. Los esfuerzos se concentraron en una escuela  –donde enseñaban- y en un taller de carpintería. Estas y otras obras paulatinamente, fueron diseñadas por Caveri con un lenguaje muy personal. Las viviendas, la escuela y la capilla se hallan semienterradas para acentuar la sensación de arraigo al suelo y se organizan en torno a puntos centrales que enfatizan la idea de comunidad. Su estructura consiste en mallas de alambre revestidas de concreto (hormigón) y colgantes entre arcos.

Caveri optó por abrir definitivamente la Comunidad a su entorno social. Hoy solo permanece él y su familia, a cargo de las escuelas pública y técnica. Se integró a una labor técnico-política para el progreso social del área. Se ha decidido no tomar ningún modelo a priori sino ver la realidad. Partir de los modos de vida populares y descubrir la riqueza de sus relaciones familiares, el valor del efecto expresado y del respeto mutuo. De ahí realizar esfuerzos fragmentarios –en lo social y en lo físico- para mejorar dicha realidad

Claudio Caveri fué un ejemplo excepcional de una manera apropiada de ejercer el oficio arquitectónico en Latinoamérica. Un arquitecto que experimentó y proyectó desde pequeñísimos proyectos dentro de la Comunidad, hasta enfrentarse a problemas de orden mayor y urbano. De esta experiencia opinaba el propio arquitecto Claudio Caveri: <La Comunidad me enseñó una cosa muy importante: a conjugar mi pensamiento, mi imaginación, con las elecciones de los demás miembros del grupo. Allí aprendí, en la práctica, aquello de que ‘el fuego, pa’calentar, debe comenzar por abajo’. Es un principio basista, y yo no puedo dejar de ser un basista. Nada más distante que esto de lo que se espera de un funcionario; por eso dicha actividad fue, para mí, una cosa de locos. Yo creo en lo que hace la gente, y no pienso que el municipio deba hacer otra cosa que un instrumento para su beneficio: debe apoyar sus propias iniciativas, por ejemplo la autoconstrucción. Su función no puede reducirse a la de instalar o prestar servicios y luego cobrar por ellos>

Ejerció el oficio arquitectónico basado en su propia dignidad de ser libre y pensante. Confrontando constantemente, la manera de percibir la arquitectura que los países industrializados, productores de las tendencias de moda, ofrecen a los países receptores. El arquitecto argentino propone, desde la práctica, una visión clara de cómo se debe utilizar y no copiar, para entonces sí, construir una identidad propia que permita con claridad, plantear propuestas arquitectónicas acordes con su entorno más inmediato. El arquitecto Claudio Caveri afirmaba al respecto: <si no somos capaces de construir nuestra propia cultura, nuestra propia arquitectura, no habrá jamas liberación para nosotros. Debemos encontrar nuestro lenguaje, otro lenguaje, un lenguaje alternativo. Debemos hacer aflorar todo aquello que está escondido, negado, sepultado. Este camino debe ser recorrido necesariamente para poder, algún día, reconocernos y ser reconocidos como pueblo> 

 

Claudio Caveri fue de los arquitectos que se atrevieron a creer, perseguido por ello durante el período de la dictadura argentina, pero no se marchó al exilio, Caveri se quedó en la Argentina, trabajando con la gente y para la gente. El trabajo de Claudio Caveri es un hecho tangible de cómo es posible ofrecer soluciones concretas que resuelven esta continua paradoja en que viven los países de América latina. Donde resolvemos la contradicción exprimiendo al máximo la creatividad, para crear algo donde no hay nada, y donde todo existe. En Latinoamérica continuamente se construye de entre los recovecos de esta globalización resguardos casi ínfimos, desde los cuales, se van resolviendo las desigualdades insalvables que sin embargo, se salvan y se resuelven.